El problema viene cuando empiezas a no saber diferenciar entre llorar de alegría y llorar de tristeza. Cuando no sabes donde acaba el agua de ducha y donde empiezan tus lágrimas. Cuando se me juntan estos dos factores; es cuando me doy cuenta de que simplemente, en vez de ahogarme en un vaso de agua, me ahogo entre lágrimas.
Pesimista o llorica, todo sus variantes valen para describirme. Vivo rodeada de tristeza, pero no una tristeza que venga de fuera; sino que la tristeza está dentro de mí. Y sí, lloro más que hablo. Y en cada pestañeo entre lágrima y lágrima intento escapar de este mundo pero no puedo. No se puede. Me doy cuenta de que no, no todo es tan fácil como cerrar los ojos y dejarse llevar.
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